21.1.09

Un viaje por once mundos

este espero que se convierta en un cuento largo el cual avarcara 11 mundos disintos los cerebros de mis 11 amigos en cada uno reflejo la persepcion y como yo imajono su mente, su manera de pensar y su vida o lo que me an dejado ver de ella al compartir con migo tiempos e historias. como siempre les agradesco por todo el cariño el tiempo y la paciencia espero lo disfruten.

1 mundo.
Fue en un lugar inhóspito. En definitiva la mañana se concebía absoluta lo amarillo del paisaje se fundía con el alba y ese imponente sol naciente. Cuando me desperté comencé a caminar, llegue a una tierra llena de agua. Un enorme manzano perfumaba el aire de aquel oasis. Me interne, las cosas eran maleables, intangibles, cambiantes. El pasto era en si ideas palabras por millares y en tonos verde-azules grandes o pequeñas, de esas que se dicen y de tantas otras que se callan.
Seguí caminando por aquel oasis. En el blanco tronco de los arboles se proyectaban películas mudas y sonoras: Bela Lugosi, Greta Garvo, Charles Chapling, Jhony Deep y muchos más cobraban vida en el tronco de aquellos arboles blancos. Me impresionaba aquel lugar de movimiento insólito: colores que combinaban a la perfección y unas texturas fantásticas. Camine maravillada por el sabor a palomitas de maíz que se transmitía por todo aquel lugar.
En ese momento comenzaron a desfilar ante mis perplejos ojos un grupo de jirafas parlanchinas. En una de las jirafas viajaba con naturalidad una mujer pequeña y de grandes ojos claros. Pidió a las jirafas que detuvieran su marcha. Me observo detenidamente con una clara expresión de duda, me sonrió y me invito a cabalgar con ella. Subí con gran dificultad a una de las jirafas, cuestión que a le parecía de lo más graciosa mientras cabalgábamos observe a una diversidad de extraños personajes una medusa con audífonos en lugar de serpientes, un gurú montado en un elefante y de mas creaciones. Ella alba con claridad y elocuencia de tantos temas como colores observaba.
Llegamos a lo que ella denominaba su casa, en mi opinión era más como un palacete que por fuera daba la apariencia de ser Versalles y que por dentro tenía una decoración que viajaba entre lo neo pop y lo neo dada. En una de las majestuosas habitaciones unos hombres delgados y cultos nos servían el té, después de esto los hombres desaparecieron. Me percate que la vista de aquella habitación daba a los imponentes jardines de árboles frutales y fuentes de chiclosos derretidos.
Note que en una vitrina había unas cajitas perfectamente etiquetadas y ordenadas, en ellas había fragmentos de corazones perfectamente conservados, aquella hermosa mujer que se encontraba ataviada con un hermoso vestido verde como de princesa celta, de esos que se usaban en la baja edad media, tomo un pedazo de mi corazón y lo guardo con sumo cuidado en una de las cajitas de la vitrina. Amablemente me ofreció una habitación donde dormir cuando el sol llegaba al ocaso. Fui a dormir no sin una terrible incertidumbre de no saber donde despertaría. Pero tuve el sueño más extraño que haya tenido en mi vida, he de confesar.

16.1.09

pido su humide opinion

Bajo el amparo del café, me encuentro yo en vips con mi querida compañera y el buen Muñe. El café, he de confesar, no lo bebí yo pues ando en esos días en que uno toma té y no café. La situación estuvo de la siguiente manera: Mi queridísima acompañante recordó un tramo de un artículo escrito por Germán Dehesa (al cual consideramos un excelente escritor) que, aparte de ser todo un docto del idioma, dicen que él y yo tenemos una característica en común y yo a dios le daría gracias de pensar que es en el arte de la palabra, pero no. He de confesar que, aparentemente, eso que nos une es de carácter algo mas banal; ellos piensan que él y yo tenemos el mismo sentido de la moda. Aparentemente, solo nosotros lo consideramos como un vestir normal.
Yo no estoy en nada de acuerdo en que digan que me visto de maneras caóticas solo porque de vez en cuando se me antoje traer pantuflas todo el día y así me presente yo a clases, o tenga la aparente desfachatez de traer la bandera gay de pareo arriba de mis hermosos jeans para cubrir el agujero que se les ha hecho en las tepalguanas, o que de vez en cuando traiga un abrigo negro de corte muy nazi con unos pants color azul turquesa y botas color café, acompañado por una bufanda larga y roja para cubrir mi mopetesco cuerpecillo del frio.
Me visto por necesidad, opino yo, y no para verme como un ente chistoso. Nada tiene de extraño, a mi parecer, y yo opino que mi manera de vestir es casual y normal aún cuando mis calcetas rosas de abuelito se me asomen bajo el pantalón y de vez en cuando asista en pijama a la escuela. Pero aparentemente eso está considerado como algo fuera de lo común en este sentido de lo que es la moda, y me refugio citando al buen Oscar Wilde que nos dice que la moda es una fealdad tan insoportable que nos vemos obligados a cambiarla cada 6 meses.
Por eso en mi muy sensata y humilde opinión, mi manera de vestir se clasifica como regular y practica, a veces poco combinada, pero nada fuera de lo normal.
Se les agradece su tiempo y sus comentarios que me puedan decir si yo tengo razón o es que mis compañeros y amigos de café son los que aciertan acerca de mi modo de vestir.

alma